
Fenómeno perverso de la prensa como poder fáctico
La reacción de los medios a los constantes discursos contra la prensa, por parte de los políticos agraviados, se amplió con toda su crudeza en una reacción (disfrazada en discursos sobre la libertad de expresión) con el cual se pudo comprender el tamaño de la metamorfosis y su dimensión. La riña mediática muestra la cara, pero sobre todo la máscara de “la lucha” que se viene librando en nuestro país hace años, pero que se acentúan en etapas electorales. No se trata de un duelo entre libertades y autoritarismo, sino una batalla entre poderes fácticos y constitucionales, como lo podemos ver en la política mediática impuesta tiempo atrás por parte de la televisión en México.
Nadie duda del creciente poder que han logrado tener los medios, más cuando estos vienen en combo (radial-televisivos y escritos); es sabido que estamos ante poderosas empresas que han llegado a crear la vida pública, a marcar la agenda cultural y, en cierto modo, la agenda política del país.
A partir de las elecciones de 1989, los medios empezaron a jugar un papel determinante, y el enorme gasto de los partidos en los medios definió los términos de la contienda presidencial. Los medios se llevan la mayor tajada del gasto electoral de los partidos y, además, modelan y modulan la contienda.
Paraguay como otros países latinoamericanos, luego de deshacerse del yugo de la dictadura, llegó a la alternancia política a través de una severa mediatización. Mucho dinero público, poca regulación en los medios y una competencia política que generalizó la alternancia son piezas del jugoso mercado de la política electoral mediática.
Además, la política mediática creció, porque en tiempos no electorales los gobiernos de todos los niveles y todos los poderes del Estado entran a la política mediática, a promover personalidades y crear candidatos con objetivos de legitimación, más que de información. Quizá el mercado de la política mediática ha crecido tanto o más que el mercado comercial de las empresas.
Con esa fortaleza la “mediocracia” necesitaba aprovechar la sujeción de la política y esperar el momento de mayor vulnerabilidad para la clase política, es decir, un proceso de sucesión presidencial, para convertir sus fortalezas en privilegios para sus intereses.
Ahora la lucha de los medios no es sólo por dinero, sino por la pérdida del control sobre un espacio; por la pérdida de la capacidad de incidir en candidatos y partidos de una forma determinante. Porque el nuevo modelo reivindica a un Estado que, a pesar de todas sus vulnerabilidades, todavía tiene capacidad de regulación frente a los poderes fácticos. Así que la confrontación que surge tiene una cara real, a la que los medios quieren poner una máscara: la lucha por la libertad de expresión frente a la “partidocracia”, para convertirlo en la “mediocracia” política. A los medios, como a cualquier actor, hay que entenderlos no por lo que dicen, sino por los intereses que representan. Cierto es que cada cinco años somos engañados con las promesas de los diferentes candidatos que si llegan a gobernar sufren de lagunas mentales. Después de ver tantas injusticias y desengaños, creo que no vale la pena perder el tiempo citando, además de desperdiciar cinco años de gestión entre "silbidos y batucadas", parcheando sus acciones en cada periodo electoral para callar a mucha gente disconforme, pues mucho prometieron y aquellas promesas no fueron cumplidas.
Por ello, se diría que la prensa no es culpable de la percepción negativa de un país sino el político o el empresario corrupto, como diría la directora general de imagen de Colombia, Angela Montoya. Pero además sugirió no ocultar los problemas de un país sino reconocerlos y tratar de potenciar lo positivo y esto lo debe hacer la prensa.
La imagen de un país se ve y se vende desde los medios, ya que la gente es la que genera la mala imagen y la prensa difunde eso.
Según la teoría de
Para fortalecer la teoría de la política mediática por parte de la prensa paraguaya puede mover y cambiar a un gobierno, o ser de mucha ayuda, tenemos la vivencia del marzo del 99´en la que tenemos por ejemplo a Stella Ruffinelli, que nos decía en ese entonces: “la credibilidad de los medios fue reforzada por el hecho de que en forma casi unánime estos decidieron mostrar el conflicto desde la posición del pueblo y de los manifestantes. Los medios funcionaron como un canal de convocatoria, al llamar a la gente para que saliera a la calle y se manifestara”.Desde la óptica de Mario Ferreiro " lo único que había que hacer en este momento era informar sobre todo, lo más ampliamente posible y hasta lo más crudamente posible. La gente veía por televisión cómo llegaban los heridos y los muertos a Primeros Auxilios. Eso fue importante para que el país terminara de entender que la amenaza dictatorial era real, no era solamente retórica.", por último Según Edwin Brítez “es evidente que las posturas asumidas por la prensa escrita fueron posturas de sus dueños, que se reflejaron en la información periodística y, aún con más fuerza, en los editoriales y las columnas de opinión. Para el periodista es categórico que sin la presión de la prensa, Cubas no hubiera renunciado, y que las fuerzas del orden público sintieron la presión de la presencia de los medios”.