miércoles, 22 de octubre de 2008

Sencillo es mejor


REDACCIÓN Y ESTILO Es muy fácil. Y sumamente difícil. Escribir con sencillez es una ley imprescindible. Y sencillez no quiere decir simpleza. Lo dijo alguien: escribir de una manera que el lector pueda decir: eso lo escribe cualquiera.

Lo primero es cumplir las normas de la gramática, que no existen sólo para aprobar o desaprobar exámenes, sino sobre todo para ayudarnos en la comunicación. Sujeto, verbo y predicado; esa es la base de todo. En español, un verbo fuera de lugar puede enredar la lectura; un sujeto colocado en una posición extraña, la hace insoportable.

El lector espera mensajes, información, señales, lectura para disfrutar. No nos exige que demostremos nuestra cultura. Escribamos las palabras más conocidas, las que estén al alcance del común de los lectores. Es mejor Juan entró a su casa que Juan entró a su hogar.

Cuidado con esas oraciones largas donde el sujeto se pierde, alerta con esos párrafos con muchas oraciones.

Es preciso que seamos originales, pero la originalidad tiene su mejor soporte en la sencillez. Nadie puede proponerse ser original. Se es o no se es original. Por el camino de la búsqueda de la originalidad se puede llegar al ridículo.

No podemos vestir de etiqueta al jugador de fútbol. Esto quiere decir que lo importante en una información es la información misma, escrita con respeto a leyes muy viejas, tan viejas que parecen nuevas.

Si el texto habla sobre que finalizó la cosecha de café, no hay otra manera de decirlo: La cosecha de café finalizó ayer en Matanzas... No hay que referirse a la historia del café, ni llamar al grano por otro nombre supuestamente poético, ni buscar artificio alguno. No hay que sentir vergüenza de redactar sobre temas aparentemente menores.

No hay que rebuscar, porque rebuscar oscurece.

La sencillez viene del conocimiento de la técnica, de la cultura, del dominio de las estructuras gramaticales. Pero hay algo determinante, decisivo, que es el estado de ánimo, la claridad de las ideas en la mente del que escribe, el despeje mental del redactor.

Una cabeza con ideas confusas, redactará frases confusas; una mente enmarañada, escribirá textos enmarañados. Necesitamos tener la mente sana, sin preocupaciones feas, limpia, para que los párrafos salgan limpios, claros, sencillos.

Parece tal vez contradictorio, pero es el estilo sencillo el que se impone en todos lados no solo en la prensa mundial. Sencillez y belleza han de ir juntas.

El estilo nace, y también se crea. Imitar es bueno, afirma el maestro mexicano Manuel Buendía. Pero hay que estar alertas: saber qué ejemplo imitamos.

Hay que leer, hay que estudiar. No hay otro camino. Y proponerse metas superiores. Escribir mejor que García Márquez, que Augusto Roa Bastos, que Helio Vera.

Y revisar cada línea, cada palabra. Pensar que cada escrito nuestro debe ser una obra maestra. La prisa muchas veces constituye un mito. Siempre, siempre, siempre, hay tiempo para revisar, para mejorar, para hacer un texto más eficaz, bello y claro.

Autor:
Manuel González Bello

Medio: Juventud Rebelde. La Habana, Cuba

www.jrebelde.cubaweb.cu / email: nacionales@jrebelde.cip.cu

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